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Salmo de sanación 31: Encuentra paz y alivio para tu alma con este poderoso salmo de sanación.

Descubre el poder transformador de la oración en el salmo de sanación 31. Sumérgete en un viaje espiritual donde la fe y la esperanza se entrelazan en una melodía celestial. Acompáñanos en esta experiencia única, donde el conocimiento teológico y la sabiduría psicológica se unen para brindarte consuelo y sanación. ¡Ésta es tu oportunidad para encontrar respuestas y renovar tu espíritu! ¿Estás listo para desatar el poder de la oración en tu vida?

Salmo de sanación 31

Salmo de sanacion 31 1

Oh, Señor misericordioso, escucha mi clamor,

En este salmo de sanación, te presento mi dolor.

Sé que en ti encuentro consuelo y paz,

En tus manos divinas, mi alma descansará.

Sana mis heridas, oh, Dios compasivo,

Cubre mis dolencias con tu amor cautivo.

Renueva mi espíritu y sana mi corazón,

Que tu gracia y tu bondad sean mi salvación.

En momentos de aflicción y soledad,

En ti, oh Señor, encuentro la verdad.

Fortalece mi fe, fortifica mi ser,

Que tu luz divina ilumine mi ser.

Permíteme sentir tu abrazo sanador,

Que cure mis heridas, oh, Salvador.

En tus brazos de amor, encuentro alivio,

En tu presencia, encuentro el mejor abrigo.

Oh, Padre celestial, escucha mi voz,

En este salmo de sanación, te ofrezco mi voz.

Confío en tu poder y en tu gracia sin fin,

Que tu sanación divina me haga sentir.

Amén.

Salmo 91

Salmo 91: Quien habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Todopoderoso. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Solo con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. Te sustentarán en sus manos, para que no tropieces con tu pie en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.

El salmo 31 completo

Salmo 31 completo:

¡En ti, oh Señor, me refugio!

Nunca permitas que sea avergonzado.

Líbrame en tu justicia.

Inclina tu oído hacia mí;

líbrame pronto.

Sé para mí una roca de refugio,

una fortaleza poderosa para salvarme.

Porque tú eres mi roca y mi fortaleza;

por tu nombre me guiarás y me encaminarás.

Tú me sacarás de la red que han escondido para mí,

porque tú eres mi refugio.

En tus manos encomiendo mi espíritu;

tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Odias a los que adoran ídolos inútiles,

pero yo confío en el Señor.

¡Me alegraré y me regocijaré en tu amor fiel,

porque has visto mi aflicción!

Has conocido las angustias de mi alma.

No me has entregado en manos del enemigo;

has puesto mis pies en un lugar espacioso.

Ten misericordia de mí, oh Señor, porque estoy angustiado;

se han consumido de tristeza mis ojos,

mi alma y mi cuerpo.

Mi vida se gasta en el dolor,

y mis años en los gemidos;

mi fuerza se debilita a causa de mi iniquidad,

y mis huesos se desgastan.

Por causa de todos mis adversarios soy objeto de menosprecio;

y especialmente de mis vecinos,

y horror para mis amigos.

Los que me ven en la calle huyen de mí.

Se me ha olvidado como si estuviera muerto, fuera de la mente;

he llegado a ser como un vaso roto.

He oído el murmullo de muchos:

terror por todas partes.

Cuando se confabulan contra mí,

traman quitarme la vida.

Pero yo confío en ti, oh Señor;

digo: Tú eres mi Dios.

Mi futuro está en tus manos;

líbrame de mis enemigos y perseguidores.

Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;

sálvame por tu misericordia.

No me avergüences, oh Señor,

porque te he invocado.

Que los impíos sean avergonzados;

que sean reducidos al silencio en el sepulcro.

¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen!

¡Cuán grande es tu amor, que has mostrado a los que en ti confían!

En el refugio de tu presencia los escondes

de las conspiraciones humanas;

en tu tabernáculo los proteges

de las lenguas enemigas.

Bendito sea el Señor,

porque ha mostrado su maravilloso amor

en una ciudad sitiada.

Yo decía en mi angustia:

¡He sido excluido de tu presencia!

Pero tú escuchaste mi clamor de auxilio

cuando a ti clamé.

Amad al Señor, todos ustedes, sus fieles;

el Señor protege a los leales,

pero a los soberbios los paga con creces.

¡Sean valientes y fortalezcan su corazón,

todos ustedes que esperan en el Señor!